La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que se produce porque el cuerpo no utiliza de manera eficaz la insulina producida por el páncreas, lo que provoca niveles elevados de azúcar en la sangre (hiperglucemia). La afección suele comenzar en la edad adulta, aunque cada vez es más común en adultos jóvenes y niños debido al consumo excesivo de azúcar y la falta de actividad física.
La Federación Internacional de Diabetes (FID) incluyó en su cuestionario para el diagnóstico de diabetes tipo 2 la pérdida de cabello en hombres y mujeres, acompañada de sed excesiva, sequedad de boca, micción frecuente, entumecimiento de manos y pies y piel seca, entre otras causas Aunque no son concluyentes, son muy comunes en personas con diabetes no controlada.
La diabetes provoca un desequilibrio hormonal que afecta la circulación sanguínea responsable de la renovación de los folículos pilosos, las cavidades que forman el cabello. Los glóbulos rojos se transportan a través de la sangre y contienen los nutrientes y el oxígeno necesarios para estimular el crecimiento del cabello.
Cuando la hormona insulina se descontrola, una de las principales consecuencias es el bloqueo de los capilares encargados de transportar los nutrientes al cabello, razón por la cual el cabello comienza a adelgazarse, caerse, crecer más lentamente y otras señales.
Otra condición común asociada con la diabetes es la alopecia areata, que generalmente es causada por una reacción autoinmune, lo que significa que el sistema inmunológico comienza a atacar los órganos porque los percibe como extraños en el futuro. En este caso, los diabéticos (una enfermedad autoinmune) pueden atacar los folículos pilosos, especialmente en momentos de estrés y tensión.
Con todo, la buena noticia es que la caída del cabello provocada por la diabetes suele ser temporal, ya que se corrige sola cuando el paciente es capaz de controlar la enfermedad mediante una dieta equilibrada, tomando los medicamentos prescritos, actividad física, sustancias y evitando otros hábitos nocivos. como el consumo excesivo de alcohol. Y beber alcohol y tabaco.
Lo anterior no solo forma parte del tratamiento contra la diabetes, sino también de su prevención (a excepción de los medicamentos), pues la alimentación saludable y la actividad física son dos pilares de una buena salud.
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