La Alopecia

La alopecia es la caída excesiva del cabello que provoca la calvicie. Existen distintos tipos de alopecia que tienen diferentes causas y que se manifiestas de forma diferente en cada persona. Destacan la alopecia androgenética, donde la causa es genética; y la alopecia areata, cuando el origen de la caída del cabello es desconocido.

Aunque es cierto que suele afectar a mayor número de varones que de mujeres, se trata de una enfermedad que afecta a ambos géneros provocando graves cambios en la autoestima e inseguridad en una persona.

¿Qué síntomas presenta?

La caída del cabello es, generalmente, el único síntoma de alopecia. La mayor pérdida de cabello se produce en el cuero cabelludo, aunque también puede verse en la barba, las cejas, los brazos y las piernas. En el caso de la alopecia total, la pérdida de todo el cabello se produce al cabo de los seis meses de haber aparecido los primeros síntomas.

Esta causada por factores como: La herencia genética y las hormonas masculinas.

Generalmente, se desencadena por la presencia de altas dosis de dihidrotesterona en sangre, que en las mujeres se encuentra poca cantidad lo que provoca que sea una patología que se da más en los hombres.

La alopecia adquirida puede estar provocada por: determinados productos químicos, postparto, anemia, diabetes, infecciones por hongos, fiebre elevada, cáncer, malnutrición y estrés, entre otros.

¿Se puede prevenir la alopecia?

Si se actúa a tiempo se puede detener el proceso de la calvicie. Conviene evitar el estrés y las dietas drásticas, ya que son dos de las posibles causas que pueden provocar alopecia.

¿En qué consiste el tratamiento?

El tratamiento para la alopecia puede variar según las causas que la originan. De todos modos, los tratamientos más frecuentes son: complementos nutricionales, y, fármacos sistémicos y de uso tópico. Se puede optar por el trasplante de pelo, el cual es permanente.

¿Por qué realizarse un trasplante capilar es la mejor forma de enfrentar la alopecia?

La alopecia no la podemos elegir, pero ponerle remedio sí. Los motivos para animarse a dar el salto son variados (y no solo por razones estéticas que ya todos conocemos). Contar con cabello en nuestra cabeza nos servirá para protegernos de las inclemencias climatológicas como el viento, la lluvia o el sol. Una exposición prolongada puede dañar nuestra piel, incluso, en el peor de los casos sufrir quemaduras, manchas o cáncer de piel si el sol incide directamente.


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